Cartas marginales a una triste

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Tal vez ahora sepas que hacer con el amor, morir por ti misma para que sigas viva, reinventar el signo, la soledad que nos queda como dolor quedito luego de un tatuaje, tal vez sepas que lo importante debieron ser los brazos y las violetas, el mar como asunto y como templanza para los cuerpos que se durmieron temprano esperando se cumpliera alguna profecía, asistir libre a todas las batallas. Frecuentar el día en que quedó cerrado el paraíso y abrieron bares en la vieja Babilonia, lo fácil y profundo que pudiera resultar armonizar las gasas marcadas con tu sangre, de que forma la búsqueda acaba por quitarnos la levita con todo y costras, el dolor de las rodillas, la nausea, la fiebre autista; todos tus héroes que posiblemente tengan ojos de niños que jamás podrán ser tuyos: Tal vez ahora sea otra tu corriente, tengas la llave al piso y sin embargo quede la fuerza para nombrar las hojas cayendo sobre el viento como magia, es probable que en tú vida se registren los cambios como ecuaciones puntuales y el horario no te permita retractarte de esa línea invisible que a ti también te mueve, ¿que cosa es lo que pudiera confesarte? Sigo tomando las vías férreas, no respondo correos, no le atino a entender porque el amor estéril es el que me enciende, ¿qué puedo confesarte sin tardarme?, sin perderme en lo que es la palabra y el destino, si ya el reloj tiene hora y el año se acaba y este edificio es de mentira y se deshiela y yo podría seguir secreto mirando las estrellas como hace tres años en La Táurid, vulnerable, mixto, aguijón, Beckett, Crisantemo.