Veracruz es un folclor diferente dentro de otro. Aquí se habla del recuerdo escudriñándole ironía al sol en tiempo de calores y el desmadre es un icono que persiste a pesar de la cultura. Esta ciudad es una tristeza extendida, una alegría casi caribeña, y una indiferencia que el bulevar alaba un poco, con su olor a orines los fines de semana. Aquí se comen antojitos para aglutinar la grasa y fundirse gustosamente con el picante y la manteca. También se comen mujeres de caderas anchas que presumen la luna en los pezones. Que bailan y se mueven como culebra. Todos los que aquí vivimos llevamos en común algo más que el danzón y habitamos cielos desiguales
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