Para llegar es necesario subir a una lancha de motor. Con el río crecido no hay otra opción para llevar víveres. Ponerse en contacto con los familiares que no dejan de emigrar al norte y hablan a la caseta ubicada en la cabecera municipal de Santa María Jacatepec. Sólo pasas por chalupa, dice Juan, que ha dejado los remos y pasa decenas de personas diariamente con un motor viejo que a veces tambalea la balsa moderna por la fuerza del río valle nacional. 400 personas se inundan cada año en Emiliano Zapata. Juan me lleva con Obdulia, una de las mujeres que perdió todo. Antes de llegar, la hilera de casas que conforman el inicio del ejido lucen bajo el agua, arriba de los techos, pencas de plátano, hierbas de olor muy húmedo. La lancha se mete entre las calles como sobre una Venecia llena de náufragos indígenas. Juan dice que nunca había visto el río así, en 67 años de cruzar tantas veces al día que ha perdido la memoria. Juan se ayuda de un palo para no chocar con escombros. Zapata es ahora un pueblo marino de sembradíos inundados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario