10.27.2010

Matar al pastor para dispersar el rebaño

En la practica política del poder históricamente existe el pragmatismo letal de matar al pastor para dispersar el rebaño. El significado es profundo, es real, es el Oaxaca de estos tiempos, es la caída bajo el régimen de las balas de Cesar Toimil Robert, líder del Consejo Regional Obrero y Campesino de Tuxtepec (Crocut) en Temascal en el año 2005; es la caída de Margarito Montes Parra, líder de la Unión General Obrera, Campesina y Popular (Ugocp), hace un año en Cajeme Sonora; es la caída de Catarino Torres Pereda , líder del Comité de Defensa Ciudadana (codeci) asesinado ayer, cerrando un circulo de las organizaciones más representativas de la Cuenca del Papaloapan y abriendo una brecha que las pone al borde de la desaparición.

Es la herencia del priismo, aplicada en los tiempos del panisno. De la historia mexicana que inicio su vida política con una revolución mexicana que nunca existió y acabo matándose entre sus líderes sin que llegara nunca al poder, la lucha social: Matar al pastor para provocarles el enojo, la tristeza, el reclamo, pero finalmente la resignación y el oscurantismo como en crímenes de guerra.

Oaxaca ha sido la cuna histórica de movimientos disímbolos, de ideologías contrarias. Sin embargo, la diversidad puesta a prueba desde su raíz tiene un punto de encuentro en ciertas características: movimientos sociales con líderes que en algún momento después de un proceso casi siempre igual, acaban de la forma en que vivieron, muriendo violentamente sin que jamás se sepa quien estuvo detrás, porque son muchos los monstruos que persiguieron sus luchas, porque al paso del tiempo se vuelven santos o fantasmas de nuevas consignas sociales que repiten la historia como en un circulo interminable.

En los últimos años en la Cuenca los líderes sociales han seguido paralelamente un mismo destino: irrumpir con violencia ante la injusticia de un gobierno represor o incapacitado de resolver los problemas, presentarse bajo la carta de ayuda campesina, la pelea de terrenos y causas que en la coyuntura social van del socialismo, a la utopía interminable, hasta el reflejo más terrible de una realidad que ha caracterizado a Oaxaca en le época “moderna”: la marginación de muchos, el beneficio de pocos y el discurso oficial de un gobierno tras otro, siempre lleno de dudas.

Organizaciones sociales que crecen bajo el cobijo del sistema ayudando a un sector vulnerable que después usan como arma política para grupos de poder, crecimiento económico y popular de sus líderes que se vuelven el corazón ideológico, los profetas del pueblo, para después ser la piedra en el zapato de otros grupos que se declaran sus enemigos por una rebatinga de dinero, de terrenos, de agremiados y todo lo que pueda significar la trascendencia económica en nombre del bien común, organizaciones sociales que pasan de la disidencia al compadrazgo, porque muchas de las veces a estas insurrecciones las provoca el mismo poder.

Con el asesinator de Catarino Torres Pereda, la lucha social en la cuenca ha quedado huérfana de alguna forma. Hace menos de un año los ugocepistas lloraron en Santa Cruz, en las inmediaciones de Veracruz a Margarito Montes Parra. Hoy en la colonia 5 de mayo de Tuxtepec, le toca a los codecistas. Años antes le tocó a los seguidores de la Crocut, con Cesar Toimil. Las preguntas serían: ¿qué cabeza sigue? ¿Cuál es el futuro de la lucha social? ¿Quiénes se benefician de la desaparición de estos líderes? ¿Por qué nunca son resueltos estos crímenes? ¿Quiénes tomaran la estafeta sabiendo que posiblemente el destino que les espere este trazado con la consigna que el precio de su legado será la vida misma?

Los pastores de esos rebaños modernos (llámense Toimil, Montes Parra, Catarino) se volvieron los puntos referenciales del odio o la envidia o el lastre de un sistema que los empujó como burbujas. Fueron la carta bajo la manga de sectores que los usaron como maquinaria de votos. Líderes que llegaron a debatirse entre la complicidad y la alianza con los poderes facticos para conseguir cosas para sus seguidores y para ellos. Su ejecución es la certeza letal del pragmatismo político y la violencia generalizada en tiempos de impunidad que vive el país: socialistas en vida hasta que el capitalismo les brindó la oportunidad a un precio alto; útiles hasta que el sistema que los impulsó no los necesito más o apostó a otro grupo, o a otros intereses simplemente, o bien hasta que alguno de los muchos enemigos de los que se hicieron a lo largo de sus trayectorias como luchadores sociales decidió que no había marcha atrás más que su cabeza en una bandeja de plata.

1 comentario:

  1. llegue a tu blog buscando tu nombre por la red despues de leer precisamente tu columna musica para camaleones en noticias, creo que le haz venido a dar frescura o mas bien una vision critica muy bien articula al periodismo por estos lares

    en horabuena

    Samuel ramirez

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