7.08.2009

Frutas de html

Las entradas de un blog de literatura no son otra cosa que la estimulación sexual para amantes nocturnos que se leen uno al otro para encontrarse algún día. Pronto. Cómplicemente tardecito. Ya. Cuando alguien lea estos escritos en algunos años y el Internet que conocemos sea una vieja calva y se pueda escribir en simuladores de vuelos mientras nos entrenan para viajes virtuales, tal vez entonces alguno se avergüence de nuestros miedos, sepa con evidencias de hacker que se han abierto en el mundo demasiados canales vacíos con vías igual de vanas para su entendimiento y la tecnología que usamos ahora para difundirlos. Los escritores buenos se enfrentaran- si no es que ya lo hacen desde ahora - al verdadero reto de desaparecer o quedarse guindados de las redes sociales que a pesar de presumir contactos y mas contactos los hace cada día mas anónimos, saben que a través de este medio abundaran las felinas que a hurtadillas los leerán mientras duerme el marido o platican al mismo tiempo con el novio en el chat e imaginan que el tipo que escribe puede coger rico. Apretar fuerte. Hacerlo bien. Las entradas de un blog tienen un poco del sexo negro repleto de semen, tienen esa efervescencia que al destinatario correspondiente, declarado o escondido lector de la cueva cibernética le revela un significado y cuyo atractivo es reinar en las noches. Ponerle la señal de la complicidad en los ojos, arrojarlos a la vida que le pueden dar unas letras diarias con un significado que siempre tiene varios filos y puede ser desde tener la esperanza que un día el velo de la identidad virtual cederá o si lo conocemos en la calle podemos imaginarnos el tamaño de la fantasía .

El mensaje de las redes sociales (Facebook, Twitter, Friendfeed, Tuenti, Blogger, hi5, Metroflog) es que cada vez estamos más solos, necesitamos programas que dejen abierta de par en par las puertas de la casa, es el deslizamiento de lo carnal a lo digital y se han hecho tan populares que atrapan diariamente personas como peces en un red que devora humanos porque “así debe usarse”. Es curioso ver mensajes como: Preparando temario para impartir un curso este verano —Odio levantarme temprano—Diez de la mañana y todavía no he hecho nada—Me orine afuera del mingitorio —Tengo pelos blancos en los sobacos – mi novia me engaña con su mejor amigo —Ahora que me empieza a aburrir el Twitter sé que por un tiempo experimentaré un vacío más en la vida que llevo.

El monologo involuntario parecido al tipo que publica afanosamente sus historias que posiblemente en el mundo real a nadie mas le importe. Tú acabas convertido en tu propia red. Estos son los tiempos de los calentones de persecuciones literarias a través del google, de la sintaxis eléctrica, de sol oscuro, de frutas de html, el desencanto publicitario de la posmodernidad. A pesar de estar rodeados de todo, móviles, radares, satélites, seguimos viviendo con Sabina en la Calle Melancolía con el sabor de nuestras calaveras en los paladares

Seguramente en unos años alguien deberá recordarnos con cariño, con esa sensación que tenemos nosotros los escribas de ahora al ver las fotos de niños amarillentas. Entonces esos que nos lean lejos de este tiempo sabrán que fuimos los hijos de las enfermedades amables, los enamorados de espacios que parecian cajitas de sueños con pantalla incluida, los de las máscaras altas que cubren ojos y corazón, los que cansados de soportar tantas veces la pose personal que le fue atribuida acabó sucumbiéndole a su propia adversidad. Nosotros seremos los padres de la precariedad tecnológica que posiblemente conocieron en la lectura a sus grandes amores acaparados de telarañas y soledad.

4 comentarios:

  1. Tú y tu insistencia por desmembrar.

    Entre otras cosas, ¿te he dicho que te adoro?

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  2. La soledad de la vitrina y del artificio, del siglo XXI que se arrastra, de la vorágine del cuerpo y sus carencias...

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  3. hurtadillas los leerán mientras duerme el marido o platican al mismo tiempo con el novio en el chat e imaginan que el tipo que escribe puede coger rico....
    jajaja...cachetada de guante blanco para nosotras las fantasmas

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