Esto es lo que pasa cuando me levanto de esa silla y hay bajas de guerra y no cuerpos, y más café y más equilibrismo en mis comisuras que ya no escalan remolinos en la noche y hacia adentro, cuando vuelvo a la lectura de la Biblia y se puede entrar al cuarto por la llave quebrada, los cortineros que ahora son blancos, siempre el blanco que ha sustituido al rojo, y mas allá los ceniceros repletos, la hoja sin nada que no existe cuando dibujo y corro a la cocina a calentar el arroz y toda la casa es un inmenso tragaluz, o un faro con el mar en manecillas diluidas, goteando el aceite de diez minutos de más pasando frío, tragándolo con la espalda descubierta.
me gustan las espaldas descubiertas es una imagen demasiado intima
ResponderBorrarbesoooos!