Soledad podría ser una mujer blanca bailando Sunday morning sentada sobre ti con sus brazos rodeándote el cuello sin lagrimas, ni misericordia; podría ser una mujer que cambia de nombres y de ojos todas las noches, los arroja, se los tiñe, y vuelve contigo con aquellos secretos que te asustan desde su metro setenta de estatura perfectamente templados e inverosímiles, soledad podría ser una mujer que quiso ser rubia con los senos retocados de perfumes por cientos de ojos, que te habla de pocos amigos que ansiaban sexo sin que se lo dijeran con el filo del acechador y ella quería solamente un poco de cariño que contuviera su dulzura, su irrealidad, la rupturas que no ha querido leer entre las líneas de su cuerpo que siempre acaba por ser la fuente del deseo.
soledad es un nombre con que el que la mujer del espejo te compara y ríe y se desdobla en abejas de un panal gigantesco antes de clavarte el aguijón y sabe que te da miedo tirarte del paracaídas, que le hables del pasado, de la sangre de tus dientes, que no llegues al teatro, soledad sabe demasiado , que cuando piensas en ella piensas en las flores amarillas, los aeropuertos, las largas pestañas de sus ojos, la estridencia de los puentes, acabar oscuro, volar, volver, tocar.
me gusta más soledad desde ti
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