2.21.2008

El rumbo aquí involucra las arterias, no hay pies perdidos del todo, no hace falta la ciudad y sus corrientes de mala cultura, artificios para el amor barato, artificios para la pérdida del primero de los encantos, la mirada sobre los elementos que dieron origen a todos los reinos, para no entender que el nuevo hombre debería venir de otro lado, tal vez de las naciones bárbaras que respiraban el aire puro y comían alimentos sencillos y eran inmunes a su devastación , hasta que llegaron los civilizados con sus caries y sus excesos . La estridencia es otra desde este precipicio, definitiva y pura, quisiera saber que sorpresa nos habitará después a todos nosotros, los que venimos secos, incapaces de sorprendernos de un gallo que canta o de esa agua azul y termal que brota caliente en medio de la montaña fría. Creo que los que venimos de la ciudad padecemos la enfermedad de los gatos frente al día, pero de noche frente a todas las estrellas del firmamento es imposible dejar de bajar la guardia, sorprendernos que esos son latidos cotidianos en la tierra. Me restituyen las imágenes que habían sido desviadas de mis ojos. Los niños corriendo detrás una pelota en el pico mas alto de la nube, debajo de la lluvia que sabe de alguna forma encontraremos al adentrarnos en ella el camino, porque aquí el lado esotérico del mundo dura un tiempo demasiado largo. Hay espacios para llenar unas palabras de otra. La extensión de los pies perdiéndose no sabe de distancias finitas. La imaginación no sabe de los mundos lejanos.

2 comentarios:

  1. enciudadados andamos y así nos parieron, ¿para qué tanta pureza si los ojos ya vienen rayados?

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  2. Los niños corriendo detrás una pelota en el pico mas alto de la nube, debajo de la lluvia que sabe de alguna forma encontraremos al adentrarnos en ella el camino, porque aquí el lado esotérico del mundo dura un tiempo demasiado largo.


    siemrpe tan perfectas sus palabras, siempre.

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