9.03.2007

Nosotros los indefensos

La niñez en las costillas como ese terreno que ya no me atrevo a andar me obliga a decirte que somos nosotros los indefensos, nosotros con las sienes minadas jugando al escondite y a los espejismos, porque sabemos que será tarde cuando nos descubramos demasiado. Nosotros los que vemos el absurdo del otro y somos capaces de reír sin estar a salvo de nada. Nosotros los de los cuerpos llenos de espinas y las puntillas del tiempo rondándonos las estaciones, las apuestas a dejarlo todo, a dejarnos de esa muerte que gotea y encender un cigarro en cualquier plaza del mundo. Tocarnos un poco la ceniza de los huesos, la grasa del pan en las espaldas y el vestido; tú vestido y todas las puertas incendiadas cuando descubres la zona en que mis muertos me hacen vulnerable y se me abre el corazón y debo salir corriendo o cuando me doy cuenta eres tu la noche en los semáforos junto al cuerpo que puede ser capaz de guardar el secreto que aún ando vivo. Y sabes distinguir entre un Antonio que ha dejado todo por sembrarte flores y es otro después de media noche buscando algo único que cada persona deja cuando la encuentra y te hace pensar que son ellas las únicas.

Y yo que no soy otra cosa que él que sabe andar por la ciudad para desconocer la estructura perfecta de las flores, y decir que nosotros en el tiempo somos enemigos íntimos y es necesario entremos a las calles con los puntos débiles expuestos en el cuello, para salvarnos, una vez al menos y reconocer que son los paneles los que anuncian el destino, el final de todo trayecto para nosotros que entramos muchas veces al día con gestos de polvo y de agua, nosotros nuevamente. Los de las infancias indescifrables, últimas estrellas a punto de nublarse.

4 comentarios:

  1. difícil entender que las certezas son frágiles incluso comparadas con las flores, que no dejamos de ser semillas, qué difícil, a veces, saber lo fácil que es irse

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  2. la certeza es tan frágil, incluso frente a las flores y a las semillas

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  3. Definitivamente será tarde cuando nos descubramos demasiado, nosotros los indefensos.

    Como siempre, meterse en tus letras es un revolcón, una zambullida de esas en las que no te da chance llenar los pulmones y te toca guapear para controlar el poquito de aire que se esconde en los alvéolos y se dosifica con cada palabra.

    Hay algo en el primer párrafo que me hace resbalar, aunque no es díficil reparar el paso.

    Más que indefensa.

    Ophir

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  4. Estrellas a punto de nublarse...

    Andamos perdidos y nos iluminan luces que ya no existen.

    Qué miedo estar viva, como niña perdida en el mundo de una ciudad.

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