7.06.2007

Es hoy un buen día para acordarse de cosas que realmente valen la pena, aunque acaben a uno por romperlo, dejarlo exhausto o incrédulo ante amores de tal tamaño como el de esos viejos, aunque uno deba de llorar de gusto o de rabia, por la muerte o por el tiempo, por los huracanes que se gestan ante el mundo y los cambios y venga la pregunta ¿donde dejó el pasado la última tormenta? ¿Esta puerta cuando dejará de ser mí casa? Y es bueno haber encontrado la foto del abuelo y el recuerdo nítido de su garganta, la voz ronca, todo el estruendo de sus islas en tiempos de furia marina en el atlántico, precisamente ahora en que las calles son intermitencias que se repiten, alarmas que llaman al silencio, agujeros propios que se angostan ante el parpadeo. La pregunta en el retrato de la abuela Isabel ¿ quién nos dice que la muerte nos separa?. Si vivir es una levita en un campo de batalla sobre cuerdas flojas, la muerte no separa nada, el peligro es el de existir en cada acto sin la imagen viva de un recuerdo o una tarde digna que ejemplifica con el resplandor de los ojos la vida, si vivir es una dolencia seductora que arrebata, para no decirnos que extinguirse es una premisa aunque no sepamos realmente como.
Fue bueno haber encontrado la foto de los abuelos, ejemplificando su amor con esa bocanada de misterio y lentitud que es como un aliento callado que no alcanzo a tocar con mis manos cuando hablo. Me viene la imagen del abuelo a una edad en que siempre contaba la misma historia y se reía cuando me enchilaba por tanto picante en el menudo de los domingos, cuando en la casa cundía la humedad y el calor y sacaba su pañuelo para limpiarse la frente. "Este pañuelo estuvo en una guayabera más de sesenta años, me lo regaló Isabel cuando éramos novios, y yo de ridículo y tonto nunca lo use porque pensaba que si un día nos peleábamos se lo iba a regresar". Desde la muerte de la abuela, el abuelo uso únicamente ese pañuelo durante los años siguientes de su vida, recuerdo que no decía nada, pero muy noche se iba al patio y lo lavaba con la lejía mas fina.

2 comentarios:

  1. "Si vivir es una levita en un campo de batalla sobre cuerdas flojas..." y "el peligro es el de existir en cada acto sin la imagen viva de un recuerdo o una tarde digna que ejemplifica con el resplandor de los ojos..." bien vale la pena usar los pañuelos y sin menoscabo procurarnos la lejía más fina para enjuagarlos una y tantas veces sea necesarias después de usarlos, de usarlos mucho.

    Me encanta, me encantas.

    OA

    ResponderBorrar