1.21.2007

Dejaremos de ser intactos con las mejores cosas fugándose entre los dedos, sin que se pueda retener las que ya duermen, ni un atisbo de los recuerdos que guardamos debajo de la cama, ni el collar para el demonio de los tristes, el cuerpo entero que se fue torciendo.
Dejaremos una gotera, un trayecto de filamentos que encienden, los ojos callados de los que se amaron tanto y después de todo un pequeño margen: resquicio donde los zaguanes se cerrarán despacio al camino de mujeres ligeras, desvestidas.

1 comentario:

  1. Debe de ser la seriedad con que me hablas, lo afortunado que dices fue nuestra coincidencia entre tanta arena, lo millonariamente paupérrimos que nos sentimos cada que el teléfono se traga la moneda, y en esa moneda iba el “te amo” o el sollozo que nos perdonaría todos los miedos de esa noche.

    Debe de ser lo infeliz que un niño puede ser, no sin juguetes ni golosinas, sino atrapado en una caja de cartón cerrada y sin ningún filtro de luz que consuele el “¡NO!”, -no harás, no saldrás, no comprarás, no puedes,… no irás-, el niño es capaz de crecer dentro de ese encierro, los latidos le pueden acaparar todo el espacio, la caja se puede hinchar del grito pulmonar que le está creciendo dentro; entonces los “no”, hasta pueden salvar la vida cuando los desdichados están entreverados en tanto, ¡por dios! Tanto amor.

    “Sin flirteos” ecuánimemente, -¡por dios, tanto Amor!-




    (Ahora explícame la palabra -ecuánimemente- :p)

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