Ya no más espacios con paredes ardiendo, de profecías que no sé vayan a cumplir, de rostros que no van a encajar. Ya no más mi padre cojo entrando a la casa con tantos rasguños, ya no más una lámpara que florece por un poema amargo, ni toda esa clase de tonterías que se pueden decir en cinco minutos por un resquicio de paz, ni los barcos haciendo humo a la distancia, ni el tañido de la catedral preguntando por el agua y el amor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario