3.02.2006

Me resulta curioso ver aglomerada a la muchedumbre en las parroquias los miércoles de ceniza, llevando su fé en la frente con una cruz de polvo negro, haciendo fila ceremoniosa para que el cura les ponga la marca de dios. Un dios que regresa de vacaciones luego de la desenfrenada embriaguez de los carnavales, las pasiones bajas, y los mas románticos de los excesos. El mismo dios que se irá de vacaciones en unos días, a sufrir el calvario con unos pocos creyentes, o unos miles que se dan permiso laboral en cuestiones de eucaristía y de rutina, para tomar cruceros al caribe, a los spring break, al siempre violento y atractivo océano pacifico con sus playas vírgenes y hacer santa la semana con esa otra felicidad, con ese otro ayuno tan distinto al que se hacía en el seminario.

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