Angelita: no puedo comprender esa felicidad grande y sencilla que me demuestras cuando me miras, ese cariño totalmente distinto y sin la piel, que se cuida de la forma más natural y más sincera. Cuando sales corriendo por la sala, anunciando a todo el mundo que he llegado a verte, como si fuera el príncipe que no soy o el ser sin vida con la soledad en el fondo. En ese momento, cuando me ves triste y te me acercas por un segundo, con esos besos que no son otra cosas que besos de ángel, fugitivamente eterno mi corazón se alivia, me olvido de toda la devastación de las noticias, de las promesas que no se han cumplido, las legiones que van dejando recuerdos mal guardados. Entonces sólo puedo sonreír, mirar sorprendido dicha en cada parte de mi carne, y en ese momento en que sé que no soy tu padre, le doy gracias a la vida por haberte visto nacer.
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